Se miraba al espejo, rezando para que ese regalo que Dios nuestro Señor le dio al nacer, fuera digno de esa noche, cumplía ochenta años. Se colocó la chaqueta brocada negra y plata, y una flor blanca en la solapa, característica de los últimos años, su reflejo era la viva imagen del cansancio, de la última temporada en el hospital, se quitó la redecilla, se cepilló el pelo hacia atrás y se sentó en el sofá a esperar que le vinieran a recoger, hoy era un día muy especial, tocaba en The Foundry, con muchos amigos, esperaba que esa noche no le dejara demasiado cansada para acudir al servicio del día siguiente, Domingo, en Comerce.
Mientras esperaba sacó su Red Mama, una Fender Red Mustang del 62, y casi casi veneración comenzó a pasear un paño sobre su vieja madera, había tenido varias guitarras, la primera se la regaló su tía Margaret a los 9 años, era una pequeña Stella acústica con cuerdas “catgut” con la que le encantaba ir a los bailes de granero, o las casas de los vecinos, acompañando a su abuelo que tocaba el banjo, y sus tres tías, antes incluso de empezar a tocar con cierta soltura, se pasaba las horas imitando a Sister Rosetta que sonaba a través de la vitrola de su abuela. ¿Qué fue de aquella Stella hecha con tripas de animal? Quién sabe, lo que sí que se acuerda es de su segunda guitarra, un intercambio que hizo con su primo Jackson a cambio de su bicicleta… “y ese fue el momento, lo supe, incluso antes de aprender a afinarla, seguiría tocando hasta el día de hoy”…
Nada más terminar la escuela secundaria, ya había hecho sus pinitos acompañando a su profesor de música Clark Terry, pensó en su primera actuación, un certamen de talentos, “el Reverendo White me prestó una guitarra eléctrica y un amplificador, Blue Suede Shoes, eso toqué Elvis era muy apreciado por mis tías, toqué y gané”, por eso fue cuestión de tiempo que un pianista negro albino apodado Piano Red, le acogiese bajo su brazo y le diera oficio. Aún podía oler esas alubias para cenar de mi tía Bee con la que vivía por aquel entonces y a Piano Red diciéndole – Bee, I’m going on the road, and I want to take Beverly with me to play rhythm– Y ella como buena cristiana aceptó -Yeah Red, that’s OK, but you’ve got to see about her, take care of her. All of us, we were like sisters and brothers.-
Y así empezó todo, – Comencé a viajar antes de graduarme. Piano Red fue al director y pidió permiso para tomar mis lecciones “on the road”, éramos una hermandad incluso en tiempos difíciles, una vez, en Natchez, Mississippi, después de haber montado todo, el dueño de la sala vino y nos dijo que cogiéramos todo y saliéramos pitando, acabamos en una plantación de algodón, la segregación alguna que otra vez nos pilló de lleno-. -Recuerdo cuando el Dr. Feelgood, me ofreció ser su guitarra principal, en los últimos años en la banda, ¡claro que podía hacerlo!- … Sonreía mientras miraba ensimismada la pared de aquel parco apartamento de paredes garbanzo, “fueron buenos tiempos”.
Miraba a su alrededor preguntándose si podría haber sido de otro modo, durante las siguientes décadas, compaginó la escena Underground de Atlanta con la limpieza de coches, casas y oficinas, pero nunca dejó de sonreír, ni de tocar. Una pequeña carcajada le vino de pronto cuando recordó su nominación a la artista revelación siendo una sexagenaria, pero no importa, comenzó a cambiarse de zapatillas, unos calcetines blancos y unos zapatos bajos negros, y se dirigió al cuarto para coger otra de sus guitarras la “Sugar Baby”, pero se quedó observando la foto de su hijo Stan, fruto de un corto romance con el bajista de The Tams, miró la foto con orgullo, justo al lado, estaban Tim y Denise Duffy, los ángeles del Music Maker Relief Foundation que a mediados de los 90, dieron un gran empujón a su carrera como solista.
Sonó la puerta, serían los chicos de la banda de Rick Fawler… –Vamos Bev, el escenario te espera–
Beverly “Guitar” Watkins
Grabó su álbum debut a los sesenta años de edad, compartió escenario con BB King, James Brown, Ray Charles, Ottis Redding, Aretha Franklin, Taj Mahal, Koko Taylor y un sinfín de ilustres,
Y como yo, le puso nombre a todas sus guitarras, va por ella y va por ellas!